La Universidad pública y gratuita

El origen 

Durante el período colonial, surgieron en el actual territorio nacional, las primeras universidades bajo la autorización de la Compañía de Jesús. La más reconocida, y que pervive a nuestros tiempos es la Universidad de Córdoba, fundada en 1603.  

La Universidad de Córdoba fue una universidad pensada para la formación religiosa, “las universidades coloniales debían preparar a aquellos sectores de las elites criollas consagrados al servicio de la Iglesia o la monarquía. De todos modos, la Universidad de Córdoba se orientó fundamentalmente a la formación de clérigos , básicamente de aquellos que integrarían el clero secular, los cabildos catedralicios, los párrocos, pero también de los miembros de diferentes órdenes religiosas e incluso de los futuros catedráticos de las casas de estudios. En el ámbito rioplatense, como en otros lugares del espacio hispanoamericano, tanto las autoridades civiles como las eclesiásticas concedieron a los jesuitas desde principios del siglo XVII un papel central en la actividad religiosa y educativa en términos generales.” (Buchbinder, 2005: 18) 

La educación era memorística y en latín; se otorgaban los títulos de bachiller, licenciado y doctor. Este último grado se alcanzaba luego de una intensa ceremonia de examen. El ingreso a la Universidad era gratuito sólo para quienes podían realizar donativos a la Orden; asimismo, para poder ingresar a la Universidad debía comprobarse la pureza de la sangre, ya que el acceder a las instituciones universitarias americanas les daba la posibilidad de  llegar luego a estudios en la Metrópoli o ingresar a la burocracia o administración del Imperio.  

El sustento de la Universidad colonial provenía de las rentas de las propiedades muebles e inmuebles que la orden religiosa había acumulado en el territorio colonial, y de la propina que debían pagar los estudiantes que deseaban acceder a grados y títulos; a veces el estudiante se veía imposibilitado de pagarlas y solicitaba que se aboliera la misma al momento de la graduación. En ocasiones en las que se dificultan los sustentos de la Universidad, los títulos se subastaban a mejor postor, sin considerar instancias formativas ni de exámenes. Finalizado el período colonial, durante el período rivadaviano, son expulsados definitivamente los jesuitas, y todas las instituciones que ellos controlaban pasaron a manos del Estado. En ese período es que surge, por ejemplo, la Universidad de Buenos Aires (1821) con una fuerte impronta liberal y laica, sostenida con la incorporación  de docentes formados en universidades europeas.“La casa de estudios porteña fundada por iniciativa de Sáenz administraba todo el sistema educativo que funcionaba en la órbita del estado provincial, incluso la enseñanza básica.” (Buchbinder, 2005: 45) 

Las Universidades en el territorio argentino surgieron para formar a las elites dirigentes. Bajo ese mismo ideario surgió la Universidad Nacional de La Plata, fundada durante el gobierno provincial de Dardo Rocha, dentro del Proceso de Organización Nacional de la Generación de 1880. Eran instituciones pensadas para la reproducción social y sostenimiento del status quo.  

 

El grito estudiantil 

 

Con la ley Sáenz Peña (1912) y su puesta en marcha, nuevos actores sociales hicieron su aparición en la escena política argentina, entre ellos los hijos de los inmigrantes, jóvenes deseosos de integrarse a la sociedad. Por esa ley accedió a la presidencia de Argentina, Hipólito Yrigoyen, hombre del radicalismo, que llegó al poder con la intención de darle fin a la política oligarca de la Generación del 80 (Romero, 2000). 

El asentamiento progresivo de los inmigrantes en las grandes ciudades y las posibilidades económicas y educativas disponibles para sus hijos, les permitió introducirse en sectores medios que lograron un rápido ascenso social. Pero en 1918 ocurrió un fenómeno que acentuó la participación de las capas medias en el escenario sociopolítico nacional: el movimiento por la Reforma Universitaria.“Los primeros conflictos en la Universidad de Córdoba se produjeron a fines del año 1917. Era impostergable una reorganización fundamental, mediante el establecimiento de instituciones que constituyeran una garantía para la renovación de la Universidad, y sirvieran por de pronto, para corregir las graves irregularidades en el desempeño de su gobierno.” (Del Mazo, 1955:12).  

Pero fue en 1918 cuando los estudiantes de Medicina organizaron una huelga reclamando la reapertura del internado en el Hospital de Clínicas dependiente de la Universidad cordobesa. Enseguida recibieron la adhesión de las facultades de Derecho e Ingeniería, que conjuntamente conformaron un comité pro-reforma, a partir del cual se redactaron diversos manifiestos que convocaban a una huelga general de estudiantes, que derivó en una gran represión policial y la decisión de las autoridades de clausurar el establecimiento. 

 

Debido a la tensa situación que se estaba gestando, el presidente Yrigoyen decidió intervenir la Universidad de Córdoba, designando al Dr. B. Matienzo como delegado, quien impulsó la reforma del Estatuto. Sin embargo, los estudiantes quedaron excluidos de participar en las elecciones, por lo que reiniciaron la lucha. Coparon las calles reclamando la renuncia de los docentes anquilosados al sistema formal de educación, proponiendo la efectivización de nuevos métodos de estudio, renovación de ideas y despido de aquellos grupos que nucleaban el poder universitario por estar relacionados con las clases dominantes. 

Los intereses de los alumnos habían cambiado, leían autores idealistas, se declaraban antipositivistas, exigían la implementación de un cogobierno universitario, pedían un seminario de investigación y se habían acercado a organizaciones obreras para debatir sobre filosofía o literatura, incluso vestían overalls para demostrar sus intereses por la causa proletaria. Cirigliano (1973) describe a la juventud universitaria como opositora a la realidad dada y proponente de nuevas realidades, interesados en intervenir en el país, ya que se trataba de la movilización de un grupo que aspiraba a convertirse en dirigente. 

Dentro del movimiento obrero, había diferentes opiniones acerca de los reclamos de los universitarios. Para el sindicalismo, dichos reclamos no se relacionaban con los intereses de los obreros, y el anarquismo no consideraba los motivos esgrimidos por los reformistas como válidos, ya que lo veían como una holgazanería. Los socialistas, en tanto, alentaron la reforma porque veían la relación alumnos-rector igual a la existente entre obreros y patrón. La opinión del socialismo referente a la Reforma aparecía diariamente en el periódico La Vanguardia, donde defendían el choque de intereses opuestos y destacaban que los estudiantes habían logrado un acercamiento con los trabajadores. 

Un año más tarde, Alejandro Korn, en su libro sobre la Reforma Universitaria, alentó a los estudiantes a seguir su lucha: “es imprescindible la intervención de los estudiantes en el gobierno de la Universidad. Ellos y solamente ellos representan el ímpetu propulsor, la acción eficiente, capaz de conmover la inercia y de evitar el estancamiento. Sin ellos nada se ha hecho ni nada se habría hecho. La forma en que han de intervenir es cuestión secundaria; lo importante es que constituyan un poder del cual en adelante no se pueda prescindir.” (Korn, 1919:10) 

Una vez establecida la Reforma (1919), el movimiento estudiantil alcanzó los siguientes logros: ejercicio de docencia libre, cátedras paralelas, concursos públicos, periodicidad de desempeño de cargos docentes en las cátedras y extensión universitaria. Además, alentó la sensibilidad social y la mancomunión con la clase obrera, el pacifismo y la lucha antiimperialista. 

No obstante, para el grupo de impugnadores de la Reforma, la misma era un levantamiento de ateos apátridas; causante de un vacío doctrinario por la influencia del laicismo y el enciclopedismo, como así también pérdida del principio de autoridad y patrocinadora de la libertad de cátedra. Por ello se pedía la privatización de la Universidad, para evitar que “no siguieran egresando malos profesionales –quienes perdieron su tiempo en actividades gremiales – y para que los estudios pudieran mantener su nivel y los profesores su poder de decisión” (Biagini, 2000:32); pretendiendo la caída del naciente poderío de los estudiantes, acabando de este modo con el bolcheviquismo reinante entre la juventud. 

Sin embargo, la Reforma triunfó porque sus protagonistas fueron metódicos y estructurados, de tal manera, que en el Primer Congreso Nacional de Estudiantes propusieron un proyecto de ley universitaria y un estatuto. Había en estos jóvenes una pasión romántica, luchaban por exclaustrar la cultura, se acercaban a los obreros por medio de la extensión universitaria, a partir del servicio profesional gratuito y un gran interés en instruirlos y atenderlos moral y materialmente. 

Alfredo Palacios, en 1943, describió la importancia de la Reforma : “la injerencia estudiantil en el gobierno de la Universidad fue un azaroso y arriesgado experimento iniciado en la Universidad de Córdoba en 1918. Constituye un movimiento original, democratizador de la enseñanza, que carece de precedente en el mundo. En el cuarto de siglo transcurrido después de una lucha tesonera y de fracasos parciales, se ha extendido a casi todos los países de habla castellana”. (Palacios, 1943)  

 

Los años peronistas 

 

El espíritu reformista en la Universidad pervivió hasta 1930, año del golpe de Estado liderado por Uriburu al gobierno radical. El golpe significó un avance de sectores católicos y conservadores opuestos al laicismo y a la restauración del orden. Las universidades comenzaron a ser intervenidas, los docentes opositores o resistentes fueron cesanteados y perseguidos; la Federación Universitaria Argentina pasó a ser ilegalizada por ser considerada comunista.  

El movimiento universitario reformista miró con recelo y generó una oposición al peronismo; los intelectuales de ese momento se convirtieron  en uno de los grupos más representativos del antiperonismo. Esto se vio incrementado por la sanción de la Ley Universitaria 13.031 de octubre de 1947, elaborada a partir de un análisis de la situación de la Universidad post reforma.  

“ La Ley suprimió gran parte de los que eran considerados pilares de la Reforma, el co-gobierno y la autonomía; los rectores de la universidades serían elegidos desde el Ejecutivo, lo mismo los profesores titulares (éstos a partir de una terna de candidatos elevada por la universidad); los decanos serían designados por el Consejo Directivo a partir de una terna propuesta por el rector; los Consejos Directivos estarían compuestos por el decano y diez consejeros escogidos por los profesores titulares. Los estudiantes tendrían voz pero no voto y su representante debía ser sorteado entre los diez mejores promedios del último año. 

Por otra parte, la Ley contemplaba el otorgamiento por parte del Estado de becas que iban a permitir a los estudiantes obtener gratuitamente la enseñanza. En consonancia, durante el decenio peronista se llevaron adelante una serie de políticas que permitieron avanzar en la democratización social de la educación pública en todos sus niveles y de la universidad en particular. Medidas como el otorgamiento de becas (en 1947), la creación de la Universidad Obrera Nacional (en 1948), la eliminación de los aranceles y la disposición de la gratuidad de los estudios universitarios (en 1949) y la supresión del examen de ingreso (en 1953) nos hablan de una verdadera democratización del acceso a la universidad”. (Pis Diez, 2012: 53) 

 

En 1955, se produjo el golpe al gobierno peronista. En ese año de cada mil habitantes ocho eran estudiantes universitarios, mientras que  en 1947 el promedio era de tres cada mil. En el segundo período del gobierno peronista se había tendido a una peronización de la Universidad (como de otros niveles educativos) y a una reactivación de la politización del estudiantado. Las prácticas desperonizantes generadas por Aramburu desde 1956 tendieron a extenderse sobre todo a los espacios educativos, generando una fuerte intervención en la Universidad, y persecución de docentes y estudiantes peronistas. 

 

Laica o Libre 

 

El gobierno de Aramburu “… se propuso como objetivo construir sobre nuevas bases la relación entre el Estado y la enseñanza superior. En su intento de reestructurar el vínculo entre ambas esferas, el decreto 6.403 incluyó un artículo, el 28, que establecía la posibilidad de la creación, por parte de la iniciativa privada, de universidades libres con capacidad para expedir diplomas y títulos habilitantes. El decreto colocaba así el punto de partida para independizar a las universidades de la tutela del Estado.” (Buchbinder, 2005, pág. 174) 

Hacia 1958, en el contexto de la presidencia de Arturo Frondizi, ante las imposiciones de los organismos internacionales para el “desarrollo” del Estado argentino, la intencionalidad de la desperonización de la Universidad y la fuerte presencia de la Iglesia católica en las decisiones del Estado, se planteó el debate de Laica o Libre. 

El hermano del presidente, Risieri Frondizi, por entonces rector de la Universidad de Buenos Aires, fue uno de los principales reaccionarios al proyecto impulsado por el gobierno nacional, encabezando marchas multitudinarias en pos de la educación laica. Quienes defendían la educación libre también coparon las calles manifestándose masivamente, con gran apoyo de sectores católicos y de estudiantes de colegios secundarios confesionales.    

Se consideraba que el proyecto de educación libre conduciría a una fragmentación y polarización de la educación universitaria, surgiendo una educación privada destinada a quienes pudieran pagarla, buscando calidad educativa, y una educación gratuita despojada de valor académico. Frondizi aprobó en febrero de 1959 el proyecto de educación libre, a partir del cual surgieron varias universidades privadas, entre ellas las Universidades Católicas.  

 

El palito de abollar ideologías 

 

 

Con el gobierno de Onganía surgieron las experiencias más represivas por parte del Estado al interior de las Universidades públicas. En el marco de persecución al comunismo en América Latina, surgidas desde la Doctrina Nixon y la Doctrina de Seguridad Nacional, se produjo en julio de 1966 lo que se conoce como Noche de los Bastones Largos. 

Todos los propósitos de la Reforma Universitaria se vieron reprimidos, suprimidos. Onganía suprimió la autonomía de las universidades nacionales, interviniendo la misma; docentes y estudiantes respondieron tomando varias facultades como medida de protesta. El gobierno de facto decidió ingresar a la fuerza, reprimiendo fuertemente a docentes y alumnos, destruyendo materiales, e incluso en la Universidad de Córdoba la represión condujo a la muerte del estudiante Santiago Pampillón.  

Fue el inicio de la fuga de cerebros, con el aumento de la persecución a docentes y alumnos, muchos de ellos terminaron exiliándose, quedando algunos resistiendo al gobierno de Onganía, quienes no habían sido sustituídos por docentes afines al régimen.  

Similar de situación se vivió con el último golpe militar, donde la violencia hacia los espacios universitarios fue aumentando desde 1974, con intervenciones a la Universidad, cesanteo de docentes, cierre de carreras, persecución, secuestro y desaparición de docentes, no docentes y alumnos.  

 

Retorno democrático 

Con el retorno democrático en diciembre de 1983 se dispuso volver a los Estatutos previos a 1966, se convocaron masivamente a concursos docentes, para poder reunir hacia 1986 Asambleas Universitarias que designarían, después de décadas, a las autoridades de las universidades. 

“En 1984, ya los alumnos de las universidades superaban el medio millón…En 1986 sumaban 664.000 y, en 1986, alcanzaron los 700.000. Este crecimiento fue impulsado mayoritariamente por las universidades del sector público. La participación de las universidades privadas en el conjunto de la matrícula del sistema se reducía así, en 1986, a un 10% del total. El número de docentes debió aumentarse en forma correlativa, pero también cambió su composición. En muchos casos, profesores y auxiliares que habían sido cesanteados a partir de 1976 fueron reincorporados. Durante estos años, el concurso fue entendido como la instancia por excelencia para el acceso a los cargos docentes. Los concursos permitieron el regreso a la Universidad de académicos y científicos altamente capacitados. Su efectivización obligó a muchos profesionales a actualizar sus conocimientos y a dedicar mayor relevancia al trabajo científico. Esto impactó, a mediano plazo, en la calidad de la enseñanza impartida en las instituciones académicas” (Buchbinder, 2005: 214-215) 

 

Según datos de 2016, el sistema argentino de educación universitaria está compuesto por 131 instituciones educativas superiores de las cuales 111 son universidades, 20 institutos universitarios. De las 131, 66 son estatales, 63 privadas, 1 extranjera y 1 internacional. Los estudiantes universitarios alcanzan en el país 1.830.926. 57% del estudiantado son mujeres, 43% varones y asisten a instituciones públicas el 79% a instituciones públicas, 21% a instituciones privadas.  

Los docentes universitarios alcanzan 166.625, sólo el 12% de los profesores tienen una dedicación exclusiva (de tiempo completo). Para ver otras estadísticas, consultar: http://estadisticasuniversitarias.me.gov.ar/#/home 

 

 

Las Universidades desde el retorno democrático fueron recuperando las dinámicas propuestas por los reformistas del 18, con autonomía, autarquía y cogobierno.  

 

 

 

 

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Cómo citar este texto:

Bazán, Sonia A. y Zuppa, Silvia A. (coord.) (2018) “La universidad pública y gratuita” en Itinerarios didácticos por el centenario de la reforma. Autores: Bazán, Sonia Alejandra; Zuppa, Silvia Amanda; Aguirre, Jonathan; Cadaveira, Gabriela; Cañueto, Gladys; Casa, Ezequiel; Devoto, Eduardo; Fernández, Mónica; Génova, Elena María; Lynch Mellberg, David; Marchetti, Braian; Rodríguez, Benjamín; Rodríguez, Natasha; Salaverría, Anahí. GIEDHICS, Facultad de Humanidades, UNMdP. Disponible en: https://www.giedhics.com.ar/universidad-publica-y-gratuita/

http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/3.0/deed.es_AR