Las mujeres en la Universidad, contexto y debates

Indaguemos ahora en la participación de las mujeres en vida universitaria. ¿qué lugares ocupaban las mujeres a principios del siglo XX? ¿cuáles eran los reclamos? ¿qué estilo de vida llevaban en este período? Algunas vidas de mujeres universitarias para analizar podrían ser : Cecilia Grierson, Elvira Rawson de Dellepiane, Julieta Lanteri, María Teresa Ferrari de Gaudino, Alicia Moreau, Raquel Camaña, Delfina Bunge, Regina Paccini, Alfonsina Storni, Alicia Moreau de Justo, Victoria Ocampo.  

Nos centraremos en la vida de María Teresa Ferrari de Gaudino. 

 

 Las mujeres en la universidad 

 Nos remontamos hacia fines del siglo XIX para comprender cómo fueron conformándose las luchas de las mujeres, en torno a qué problemáticas y cuáles fueron las tensiones que provocaron fracturas en el conjunto de quienes se constituyen como referentes de las peticiones. Hacia 1869 se sancionó el Código Civil  que había  confinado a las mujeres a la inferioridad jurídica (modificado recién en 1926), a la casi absoluta tutela de los varones y a la exclusión de la vida política, asignando un único destino: la maternidad y el cuidado de la familia.  Veremos a lo largo de este artículo que muchas mujeres no se ajustaron a ese mandato y lograron estudiar en escuelas y universidades, trabajar fuera del hogar por un salario o participar en la vida pública a través de diversas actividades aceptadas para las mujeres en ese momento histórico.  ¿Cómo lo lograron? A partir de la creación de organizaciones femeninas a través de las cuales denunciaban las desigualdades que la legislación generaba. “(…) en plena expansión de la modernización iniciada por los estados nacionales, las mujeres ensayaron diversas alianzas y estrategias para demandar derechos civiles y legales (Lavrín, 1986; The Ideology of feminism in the Southern Cone,1900-1940). Mientras algunas feministas pusieron especial énfasis en la educación y la salud, otras reclamaban la legislación sobre el divorcio y los derechos de emancipación de las mujeres (…) se pronunciaron, actuaron y dejaron registro de su participación. La exclusión política no implicó su silencio porque desde abajo desplegaron una serie de estrategias resignificando la perspectiva de la sociedad patriarcal [conmocionándola]” (Pérez Cantó & Banderi, 2005:257-267).  

 

La socióloga Dora Barrancos (2007) recupera valiosos debates de comienzos del S.XX en torno a los derechos civiles y políticos, observa disputas ideológicas entre los grupos de mujeres al momento de construir espacios para la discusión de los temas de interés comunes. Destaca el Consejo Nacional de Mujeres como uno de los primeros agrupamientos en defensa de sus derechos, conducido inicialmente por Cecilia Grierson en 1900 (quien más tarde se aleja del cargo, dado el rumbo conservador que tomaba el Consejo). Según Barrancos (2007) dichas tensiones quedan expuestas a través de los dos congresos organizados para conmemorar el centenario de la Revolución de Mayo, a los cuales describe como “congresos enfrentados en 1910: mujeres reformistas vs. mujeres tradicionales” (p.132). De esta manera, el Primer Congreso Femenino Internacional propuesto por la Asociación de Universitarias Argentinas, estaba integrado por feministas. Algunas organizaciones eran el Centro de Universitarias Argentinas, el Centro Socialista Femenino, el Centro Feminista y la Liga de Mujeres Librepensadoras, además de diversas representaciones extranjeras. Entre las representantes más destacadas encontramos a Cecilia Grierson, Elvira Rawson de Dellepiane, Julieta Lanteri, María Abella Ramírez, Alicia Moreau, Ernestina López de Nelson, Petrona Eyle, Carolina Muzzilli y Juana Beguino, que reivindicaban derechos, y promovían reformas sociales, políticas y educativas, “reunían subjetividades secularizadas, puntos de vista laicos – abundan las socialistas y librepensadoras – y podrían ser caracterizadas como reformistas” (p.132). Sus peticiones congregan a las mayorías en pos de reformar el Código Civil y la sanción del divorcio, de la elevación educativa, cultural y científica, y expresando el retraso que la confesionalidad religiosa y defendiendo la escuela pública. En las Actas del Congreso, Ernestina López, presidenta del mismo, expresa la autodefinición de feministas “(…) ha de entenderse la acción inteligente y bien intencionada de la mujer que, compenetrándose de su papel trascendental en la sociedad, no quiere vivir una vida de egoísmo tranquilo pero estéril encerrada entre las cuatro paredes de su casa, sino que intenta irradiar su influencia fuera de ella, sea contribuyendo al mejoramiento material de la sociedad, cooperando a su elevación intelectual, suavizando los dolores ajenos, dulcificando las costumbres, o embelleciendo la vida a través del arte, propagando ideas sanas, amparando al niño, defendiendo el derecho al débil, o simplemente ocupándose de hacer de sí misma, un ser capaz de empuñar la vida, en lugar de un cuerpo inerte abandonado a su correntada” (Primer Congreso Femenino Buenos Aires 1910 Historia Actas y Trabajos. Colección Ciencias Sociales Vassallo, J. 2007 Editorial de la Universidad Nacional de Córdoba, p.55).   

Por otro lado, el Primer Congreso Patriótico de Mujeres, organizado por el Consejo Nacional de Mujeres y el gobierno nacional, correspondía a grupos “menos involucrados en la petición de derechos que en el deseo de testimoniar sus contribuciones a la vida de la nación (…) poseen atributos conservadores y muchas tienen una clara identidad religiosa católica; además, su pertenencia de clase, remite a la elite” (p. 132).
Las posibilidades y limitaciones que tuvieron las mujeres para acceder a los estudios universitarios fue variando a lo largo del tiempo “ (…) las universitarias que se graduaron en el siglo XIX en Argentina, como en la mayoría de los países del mundo, eran médicas. Lo que no quiere decir que este logro haya sido fácil para ellas ni que medicina haya sido una opción para las universitarias de principios del siglo XX. Los intentos de las primeras médicas por acceder a ámbitos profesionales vedados al desempeño femenino, como la docencia universitaria o la cirugía, son un ejemplo de las limitaciones que tenían las mujeres en el campo de la medicina. En 1896 se creó la Facultad de Filosofía y Letras, y se permitió a las maestras matricularse sin más requisito que su título. Este acontecimiento produjo una reorientación en las elecciones universitarias femeninas. Es así como desde principios del siglo XX fueron más las que se graduaron en esta Facultad que las que estudiaron Medicina, iniciándose un período caracterizado por la concentración de mujeres en carreras ofrecidas por Filosofía y Letras” (Palermo, 2006: 40). 

  

La historia de una mujer que quiso ser  docente universitaria. 

 

Escribir sobre María Teresa Ferrari de Gaudino, una médica obstetra de comienzos del siglo XX, permite el abordaje de distintas cuestiones. Una de ellas,  es el indagar sobre las reacciones que se produjeron en ese período cuando alguna mujer aspiraba a ocupar lugares dentro de  la profesión médica, más aún cuando se “extralimitaba” y no buscaba hacerlo en aquellas disciplinas de la medicina consideradas como subordinadas (auxiliares de medicina, enfermería, puericultura etc.), las cuales eran básicamente pensadas para ser desempeñadas por mujeres y en las que efectivamente tuvieron una presencia más definida. Al mismo tiempo,  se hacen visibles algunas tensiones vinculadas a la cuestión de género en lo que fue la conformación de la corporación médica nacional, y en áreas directamente negadas al sexo femenino, como eran los ámbitos universitario y militar. 

En este sentido, en esta historia de vida, se muestra que la mujer no sólo luchó por ocupar espacios de excelencia académica, sino que también desafió los mandatos sociales de la época como madre y esposa, sin profesión. Pero, como sostiene Anne Marie Sohn (1993:112) “… entre el modelo propuesto esencialmente por hombres, y su apropiación por parte de las mujeres, subsiste un amplio espacio de libertad en que éstas han podido moverse.” Ese espacio de libertad, lejos de ser concedido, fue apropiado y sirvió para poner en tensión la imagen dominante de la mujer sin profesión. La historia de vida de María Teresa Ferrari expresa cabalmente dicho proceso. 

La desigualdad de las mujeres en el mundo de la educación y del trabajo en los inicios del siglo XX fue una realidad que en principio partía del ámbito familiar y dependía de la posición económica de ellas. Frente a la necesidad que imponía muchas veces la crisis económica de principios de siglo, numerosas mujeres debieron ingresar al mercado de trabajo, sobre todo aquellas que pertenecían a sectores sociales de trabajadores participando de diferentes tareas tales como servicio doméstico, servicios públicos, el comercio y la industria. Usualmente se entendía que los hombres salían al mundo del trabajo para afrontar las necesidades del hogar, mientras que a las mujeres se las acusaba de abandonarlo, salvo la docencia -maestras y profesoras- porque el magisterio no se lo identificaba con un “trabajo”, sino con un “apostolado.” 

En el caso de María Teresa Ferrari, dicho mandato eran aún más notorio. La historiadora Mirta Lobato (2007:24) sostiene: “… criadas en el desahogo de las fortunas adquirían una educación que las preparaba… para mujeres de hogar y de salón. Debían aunar el talento para ser madres excelentes y, al mismo tiempo brillar por las luces, la libertad de juicio, la información y la cortesía…” En el momento en el cual esta médica obstetra logra su título universitario (1911) en la Argentina del Centenario, se estaban produciendo múltiples transformaciones sociales, demográficas y culturales, que atravesaban a todos los saberes y disciplinas. La actividad médica no era la excepción; más aún, era la expresión de un proceso iniciado décadas anteriores por el cual los médicos de Buenos Aires habían montado estrategias de persuasión y de control institucional con el fin de lograr la consolidación de un campo para la práctica exclusiva y legítima del arte de curar. Bastaría con recorrer las páginas del texto de Ricardo González Leandri(1999) para comprender que dichas acciones y logros habían sido pensados y ejecutados por hombres, lo que hizo aún en más difícil la incorporación de la mujer en la corporación médica nacional. 

 

La docencia, un trabajo de mujeres. La Universidad, para los hombres 

 

Las mujeres de principio de siglo, sólo tenían permitida la docencia en las escuelas primarias y más tarde en las Escuelas Normales, lo que generó que algunas de ellas llegara a la Universidad dedicadas a las Letras o a las Artes, campos que podían ser transitados por ambos sexos. Pero después de la Primera Guerra Mundial, las mujeres de todo el mundo comenzaron a abordar las profesiones de los hombres en el campo, en las fábricas o en las ciencias.La participación de la mujer en el mundo del trabajo derivó en una serie de reivindicaciones femeninas que en algunos países significaron la reglamentación del derecho al trabajo, el voto, el divorcio, la protección de la mujer embarazada, la obligación del hombre de pasarle pensión alimenticia y el reconocimiento de la paternidad. 

María Teresa Ferrari obtuvo primero su título de maestra y comenzó a ejercer la docencia en la Escuela William Morris de Capital Federal. En 1905 fue nombrada profesora de Psicología en la Escuela Normal Nº 3 “Bernardino Rivadavia” -inaugurada en ese año-, mientras que paralelamente cursaba la carrera de Medicina. La profesora Ferrari era portadora de nuevos modelos pedagógicos que pusieron en tensión  las estrategias didácticas tradicionales; con esto se evidenció que su forma autónoma de pensamiento no era lo dominante entre las mujeres de entonces. La directora del colegio cuestionó esta incursión por la Psicología Experimental y la manera de dar sus clases pero sus alumnas no opinaban lo mismo: 

“Utilizaba en sus clases recursos didácticos muy atractivos. No venía con definiciones, que eso aburría a una chica de 16 o 17 años. Hacía charlas, decía palabras motivadoras para que nosotras construyéramos oraciones, frases. Usaba disparadores. ¡Y en esa época! Tenía sus objetivos claros, sabía muy bien dónde quería llegar. Era una profesora singular, distinta. (entrevista realizada en 2006  a Alicia Carballo, ex alumna de la Prof. Ferrari) 

         

El ámbito universitario también fue muy desigual para las mujeres, más tratándose de la Facultad de Ciencias Médicas. La primera mujer, Cecilia Grierson, tuvo que romper con los prejuicios de la época, soportar las hostilidades de profesores y alumnos para poder alcanzar el título de Médica. Cuando María Teresa Gaudino ingresó a la Facultad de Ciencias Médicas -aunque habían pasado algunos años-, aún permanecían esos prejuicios y en una nota que le realizaron, sus palabras reforzaron ese contraste de posibilidades entre el hombre y la mujer: 

“No eran muchas las estudiantes de medicina entonces. Cuando inicié la carrera, formábamos un grupo de cinco. Éramos cinco muchachas animosas y dispuestas a vencer todos los obstáculos. Como ustedes dicen, realmente las estudiantes universitarias eran contadas por aquellos años del principio de siglo; pero ya comenzaba a dejar de ser consideradas como ‘bichos raros.”(Entrevista realizada a la María Teresa). 

 

Una vez que obtuvo el título de médica, en 1911, pidió la adscripción a la cátedra de Clínica Obstétrica en la Facultad. En principio la actitud tomada por las autoridades fue discriminatoria, más aún tratándose de un puesto de trabajo que habitualmente era ocupado por hombres. Por esta razón, la aseveración de las diferencias fisiológicas entre ambos sexos que se sostenía en ese tiempo se puso de manifiesto en palabras como estas: “Las personas de sexo femenino, a pesar de su título, por razones de orden fisiológico, no reúnen las condiciones requeridas para dedicarse al profesorado de la Facultad.” A pesar de las discusiones dentro de la Comisión de Enseñanza de la Facultad -acerca de la presencia de una mujer en una cátedra-, no existían impedimentos estatutarios ni ordenanzas que la imposibilitaran. Por eso seis meses más tarde le concedieron la adscripción. Gaudino hizo público un comentario sobre esa discriminación: “Promuévase la preparación de la mujer y ella sabrá desvirtuar los falsos conceptos de su inferioridad biológica, su debilidad física e intelectual y su irremediable mediocridad para la mayoría de los desempeños en que el hombre pretende tener injusta exclusividad.” 

Los párrafos anteriores muestran dos posturas contrapuestas: las ideas masculinizantes de la profesión médica y las reacciones feministas de María Teresa Ferrari. Estas se inscriben en la emergencia del feminismo en la Argentina de principios de siglo XX. Por entonces el feminismo constituía más que nada una actitud personal y un compromiso social que emergió entre algunas mujeres que comenzaron a reconocer, rechazar y buscar explicaciones a sus desventajas sociales frente a los varones.  

Otro caso fue protagonizado por Raquel Camaña, docente y pedagoga destacada. Entre sus logros mencionamos que participó en el Congreso de Higiene Escolar celebrado en París en el año 1910 en representación del Gobierno argentino. Pero ese mismo año, “la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires le negaron el acceso como suplente a la cátedra de Ciencias de la Educación y no pudo ingresar a la docencia universitaria. 

Otras mujeres provenientes de otras profesiones también ejercieron resistencias similares a las de María Teresa Ferrari como fue  Delfina Bunge, que   aprovechó su profesión  como escritora y colaboradora en el diario “La Nación” para mostrar su veta más vanguardista y polémica en su libro “Las mujeres y la vocación”, escrito antes de 1920, donde recalcaba las dificultades que éstas tenían para realizarse como profesionales. 

La oposición a que una mujer accediera a los estrados universitarios continuó por muchos años. A pesar de ello, en 1915 Gaudino obtuvo la adscripción en la Escuela de Medicina y luego fue desplazada a la Escuela de Parteras -considerada de menor jerarquía que la anterior-, lugar que le asignaron para que ejerciera la docencia y alejarla de la Facultad. Una vez cumplidos los cuatro años de la adscripción, en 1919 solicitó autorización para inscribirse en el concurso de Profesor Suplente, que se encontraba vacante. 

Un grupo de integrantes del Honorable Consejo Directivo de la Facultad se opusieron a la presentación de una mujer para cubrir dicho cargo. Utilizaron los más variados mecanismos para evitar abrir el camino de la cátedra al sexo femenino. Demoraron la constitución de los jurados hasta 1925, alteraron pruebas, evitaron las fundamentaciones escritas de los votos emitidos utilizando todo tipo de evasiva para impedir el nombramiento de una mujer en una cátedra de la Facultad de Medicina. La convocatoria al concurso finalizó con la declaración vacante de la cátedra. 

¿Qué motivos, además de los expresados, existieron para oponerse al acceso de las médicas diplomadas al ámbito universitario? Tal vez una respuesta sea que al igual que lo que ocurría con las “trabajadoras”, había aumentado el temor a que las mujeres desplazaran a los varones del mercado de trabajo. En el caso de las profesionales no sería extraño pensar que los médicos, además de estar convencidos de que el trabajo femenino “degeneraba la especie” o de la “inferioridad fisiológica de la mujer” propias del pensamiento eugenésico de la época, se ocultase un temor no manifiesto de “competencia”. De ahí también los reclamos de Teresa Gaudino de reivindicar la “preparación de la mujer”  como forma de “desvirtuar los falsos conceptos de su inferioridad biológica”  y desempeñarse en espacios y/o profesiones donde los hombres pretendían tener “injusta exclusividad”. Ideas que estaban vigentes en la corriente feminista de la época, que veía en la educación un medio para lograr la igualdad de oportunidades. Pero tal vez lo más significativo es que Gaudino, con argumentos de raíz científica, se animó a cuestionar “el otro” discurso, cuya principal fuente de legitimación habían sido los propios médicos. 

Aun así, es necesario destacar las “resistencias” ideológicas que esta médica obstetra planteó no debe entenderse como un quiebre en el mandato de la época vinculado con la obligación indelegable de la mujer por ser madre y esposa, puesto que al igual que muchas otras integrantes del feminismo,  que hacían compatibles la femineidad maternizada y trabajo, tal cual se desprende de su propio discurso. 

“….la historia de la educación universitaria de las mujeres muestra mecanismos de exclusión-inclusión, ya que quienes accedieron a la universidad debieron desarrollar estrategias para sortear estos mecanismos con lo cual estudiaron carreras y se desarrollaron en ámbitos profesionales que “no representaban una ruptura brusca con las concepciones de género de la época. De este modo, sus elecciones y sus trabajos profesionales reflejaban el interjuego entre sus propios deseos y lo «permitido» según el contexto socio cultural del momento histórico en que vivieron. Sin embargo, muchas de estas primeras universitarias percibieron claramente las discriminaciones hacia las mujeres y se preocuparon y lucharon de modo activo por cambiar esta situación.” (Palermo, 2006:43-44) 

 

 

 

 

Para seguir indagando: 

 

Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género de la Facultad de Filosofía y Letras UBA. «Huellas de Mujeres» (luchas feministas) y «Saberes y profesiones». Disponible en: http://iiege.institutos.filo.uba.ar/archivo_palabras_e_imagenes_de_mujeres_4.php 

 

Libro Primer Congreso Femenino, año 1910. Disponible en: https://archive.org/stream/primercongresofe00buen#page/34/mode/2up 

 

Sobre los derechos civiles de la mujer.  

Ley 340/1869. Disponible en: http://www.consejosdederecho.com.ar/codigocivilanotado.htm 

Ley 11357/1926. Disponible en:  

http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/230000-234999/232934/norma.htm 

 

Barrancos, D. (2002) Inclusión/Exclusión. Historia con mujeres. Bs. As. Fondo de Cultura Económica. Material para abordar la historia de dos mujeres: C. Grierson y J. Lantieri.   (cap. 3, 4 y en el 5 sobre el III Congreso Femenino 1920 –  mujeres agrupadas en la corriente laica). Disponible en:  https://seminarioteoriasocialfeministaunpsjb.files.wordpress.com/2016/04/dora-barrancos-inclusic3b3n-exclusic3b3n.pdf 

 

 

 

Bibliografía: 

 

-BARRANCOS, D. (2002). Inclusión/ Exclusión. Historia con mujeres. Buenos Aires. Fondo de Cultura Económica. 

-BARRANCOS, D. (2007). Mujeres en la sociedad Argentina. Una historia de cinco siglos. Buenos Aires. Sudamericana. 

DICTINO y CONDE, José Luís (1968)  Doctora María Teresa F. de Gaudino: PRIMERA  profesora universitaria en América Latina : vida consagrada al triunfo de un ídeal. Buenos Aires. Martinez de Murgìa Ed. 

-FLECHA GARCIA, C. (1993). Cultura y feminismo en la historia de las universitarias argentinas. Revista Espacio y Tiempo. Revista de Ciencias Humanas. Escuela Universitaria de Magisterio, Sección de Ciencias Humanas, Universidad de Sevilla. Disponible en: https://idus.us.es/xmlui/bitstream/handle/11441/65091/cultura%20y%20feminismo%20en%20la%20historia%20de%20las%20universidades%20argentinas.pdf?sequence=1 

-LIONETTI, L.  (2005). Las no ciudadanas en la plaza pública. Voces y acciones de educadoras, escritoras y militantes. En Educación, género y ciudadanía. Las mujeres argentinas: 1700-1943 Pérez Cantó & Banderi Susana (comp.) Buenos Aires. Miño y Dávila.   

-PALERMO, A. I. (2006). El acceso de las mujeres a la educación universitaria. Revista argentina de sociología. v.4 n.7 versión On-line ISSN 1669-3248 Buenos Aires Universidad Nacional de Luján Disponible: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=26940702 

-VASALLO, J. & CALLE, L. (2014). Alfonsina Storni Literatura y feminismo en la Argentina de los años 20. Villa María- Córdoba. Eduvim 

-ZUPPA, S. (2008). El caso de Dra. María Teresa Ferrari de Gaudino: el triunfo de la mujer en la docencia universitaria. En; Saberes y prácticas médicas en la Argentina: un recorrido por historias de vida. Mar del Plata. EUDEM 

 

 

Material de trabajo 

  • Museo de la mujer. Link:  http://www.museodelamujer.org.ar/PrimerCFI.html 

 

Cómo citar este texto:

Bazán, Sonia A. y Zuppa, Silvia A. (coord.) (2018) “Las mujeres en la Universidad, contexto y debates” en Itinerarios didácticos por el centenario de la reforma. Autores: Bazán, Sonia Alejandra; Zuppa, Silvia Amanda; Aguirre, Jonathan; Cadaveira, Gabriela; Cañueto, Gladys; Casa, Ezequiel; Devoto, Eduardo; Fernández, Mónica; Génova, Elena María; Lynch Mellberg, David; Marchetti, Braian; Rodríguez, Benjamín; Rodríguez, Natasha; Salaverría, Anahí. GIEDHICS, Facultad de Humanidades, UNMdP. Disponible en: https://www.giedhics.com.ar/las-mujeres-y-la-universidad/

http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/3.0/deed.es_AR